"Antes de comenzar el estudio de la filosofía deberíamos ponernos en claro
con respecto a qué es realmente lo que esperamos de ella. Hay muchos que,
con íntimos temores, se resisten a sus revelaciones. Encuentran que la
filosofía es difícil de gozar: a veces excitante, pero en general aburrida,
abstracta y aparentemente sin valor práctico. Para tales personas la
metafísica es un vago y elevado absurdo que solo sirve para producirle a
uno vértigo. Sus especulaciones inverificadas se oponen a los
descubrimientos de las ciencias modernas y han sido desacreditadas (salvo para los mal informados) por las publicaciones de los pensadores más
recientes. Por fin las hipótesis de trabajo han comenzado a desvanecer los
misterios del universo y de la existencia humana. Mediante cálculos
basados en experimentos sobrios y controlados, verificados no solo con los
hechos del laboratorio sino también con las técnicas aplicadas de la vida
diaria, se consigue disipar sistemáticamente los misterios tradicionales de
los místicos. La Eucaristía ha sido nuevamente reducida a un pedazo de
pan. Y así, aunque a la filosofía se la deja vivir en la medida en que está al
servicio de la civilización y sigue los hábitos usuales del espíritu moderno,
no se la puede tomar en serio si entra en conflicto con las formulaciones
corrientes de la física o recomienda un modo de conducta diferente del que
hoy se ha convertido en general debido al universal progreso de la
tecnología. La metafísica, y otras vacuas meditaciones, como la filosofía de
la historia y de la religión, pueden ser toleradas como un elegante adorno
de la educación, pero carecen de toda utilidad vital".
Filosofías de la India. Heinrich Zimmer