"Vos soberana de mi corazón
guardada cual tesoro en lo más profundo de mi pecho,
en la completitud de mi pensamiento, allí...
¡desconocida divinidad!
Oh, puedo realmente creer los relatos del poeta,
que cuando uno ve por primera vez
el objeto de su amor, como todo conocimiento,
es reminiscencia, que el amor también tiene
sus profecías en el individuo.
...creo que habría de poseer la belleza de todas las chicas
para poder dibujar una belleza igual a la tuya;
que habría de navegar alrededor del mundo entero
para poder encontrar el lugar que me falta
y hacia el que apunta el más profundo misterio de mi ser,
y al momento siguiente estás tan cerca de mí,
llenando mi espíritu tan poderosamente que me glorifico
y siento que es bueno estar aquí"
Diarios, 2 de febrero de 1839.
Regine Olsen, el amor de su vida.
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